Foto: Elpais.com (17 nov. 2010)
Quizá esta fotografía, a priori, no escandalice
especialmente a ningún lector pero,
¿qué significa esto? Puede que algunos
digan que la imagen en sí no es tan cruda o puede, simplemente, que los medios
nos hayan acostumbrado a ser bombardeados a diario con imágenes de una crueldad muy explícita hasta
tal punto, que ya ni siquiera reparamos en ellas para sorprendernos.
El 11-S, el 11-M, la guerra de Irak, las catástrofes
naturales... Son muchas de las ocasiones en las que los medios de información
han jugado a competir por conseguir la foto más sangrienta. Teniendo en cuenta
que no cumplen una labor de sensibilización, si no que su labor es la de
informar sobre hechos de actualidad ¿es realmente necesario ver la muerte para
saber que existe?
La epidemia de cólera de Haití es una mina de oro para
aquellos medios que buscan una foto más sensacionalista que informativa. Captar
un muerto en la calles haitianas supone un cadáver más allí y una palmadita más
en la espalada de un fotógrafo aquí.
¿Lo triste? ¡Funciona! Los periódicos se pelean por la foto
del cadáver más impactante y las televisiones luchan por captar los minutos más
trágicos del drama ajeno. Lo hacen porque vende, porque el morbo es, hoy en
día, el audímetro máximo del buen comunicador.
Para aquellos que se esconden bajo la excusa de ‘sensibilizar sobre la
tragedia’, creo que lo que se consigue cotidianizando el uso de este tipo de imágenes es justamente lo contrario: insensibilizarnos
ante algo que debería, al menos, llamar nuestra atención. La indiscutible fuerza de la imágen frente al texto pierde así su esencia.
Si nos remitimos a la imágen de Mike Wells titulada
"La mano del hambre", podremos observar como, sin necesidad de recurrir a imágenes tan explícitas, se puede trasmitir un mensaje muy profundo sobre una realidad.
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